Dos tebeos conmemoran al inquietante personaje, que inspira debates filosóficos alrededor de la libertad
Una última carcajada estruendosa. Y, luego, el silencio. El payaso yacía inmóvil en el suelo. Aunque su cara seguía sonriendo, para siempre. Porque la carrera original del Joker apenas duraba unas 30 páginas. El tiempo de envenenar a Gotham, secuestrar a Robin y soltarle al Hombre Murciélago un par de manotazos y el primer "te voy a matar" de su relación. En la pelea final de Batman 1, el "horripilante bufón" sufría un final digno de su despiadada ironía: al tropezar, se clavaba su propio puñal en el pecho. Así lo decidieron y lo dibujaron sus padres, los artistas Bill Finger, Bob Kane y Jerry Robinson. Sin embargo, el criminal mostró ya en su primera aventura un enorme talento para rebelarse contra el orden establecido. Su carisma sedujo a la editorial, DC Comics, que impuso añadir una viñeta. Ya dentro de la ambulancia, salía a la luz "un dato desconcertante". Y, entonces, un doctor sentenciaba: "Sigue vivo. ¡Y va a sobrevivir!".
Era finales de abril de 1940, pero el diagnóstico continúa siendo más que válido. Hace pocas semanas que el Joker cumplió 80 años y su salud no muestra ningún achaque. Tampoco la edad le ha aburguesado o ha saciado su sed de revolución, sino todo lo contrario. Dos tebeos conmemorativos acaban de recoger, en Estados Unidos, sus mejores historias, que llegarán a España en octubre y noviembre, de la mano de ECC Ediciones. Ocho décadas de delirio y sadismo, de caos y sorpresas. E incluso de debates filosóficos: hay quien le considera marxista, existencialista o la más pura encarnación del superhombre que teorizó Nietzsche. "Es el villano más interesante y el único que compite en fama con héroes como Superman, Spiderman, Wonder Woman o Batman. Supone un ejemplo de pura libertad", explica Robert G. Weiner, coautor con Robert Moses Peaslee, del ensayo The Joker: A Serious Study on the Clown Prince of Crime.
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