El Gobierno se resiste a acelerar la libertad de movimientos por miedo a un repunte del virus, Italia y Francia sí avanzan en la reapertura
España se resiste a levantar el pie del freno mientras sus vecinos europeos más próximos pisan ya el acelerador. La desescalada española se ha convertido en la más garantista de la UE, una situación que contrasta con el adelanto de dos semanas que ha hecho Italia en su desconfinamiento o el fin de la cuarentena que ha decretado Francia para los ciudadanos provenientes de países europeos. Aunque en un principio el Ejecutivo de Pedro Sánchez defendió ante sus socios la necesidad de salvaguardar el turismo estival, el miedo a un nuevo pico de contagios que malogre el camino recorrido ha impuesto un enfoque restrictivo.
El verano español arrancará más tarde que el del resto de Europa. Buena parte del acuerdo aprobado el martes por el Consejo de Ministros para solicitar al Congreso una prórroga del estado de alarma se basa en argumentar por qué en el delicado equilibrio entre seguridad sanitaria y recuperación económica España decanta la balanza a favor del primer elemento. El mantenimiento de fronteras cerradas para el turismo como mínimo hasta finales de junio choca con el giro de Italia, que ha anunciado una reapertura para el próximo día 3 con el objetivo de dar tiempo a los posibles visitantes para que preparen sus viajes.
Las fuentes consultadas en el Ejecutivo atribuyen de manera muy directa al presidente el convencimiento de que una apertura prematura pone en riesgo la mejora sanitaria de las últimas semanas. A estas alturas del confinamiento, con la parte más estricta ya superada, cualquier empeoramiento que obligue a restituir las medidas más duras contra la covid-19 sería peor recibido que una demora en la apertura, justifican esas fuentes.
Al contrario que en España, donde el Gobierno y las comunidades litigan en público —con casos extremos como el de Madrid— sobre los efectos económicos de las medidas adoptadas, en Italia el Ejecutivo de Giuseppe Conte ha optado por traspasar la responsabilidad a las regiones. Los presidentes de los diferentes territorios pueden desde esta semana decidir en qué modalidad abren la mano si los datos sanitarios son buenos. De este modo, el Ejecutivo se ha sacudido la presión de las últimas semanas y ha desactivado parte de las críticas de los partidos de ultraderecha, como Hermanos de Italia y la Liga. Una medida estrictamente política, ya que el comité científico que asesora al primer ministro la desaconsejó. Si hay un rebrote, piensan en Palacio Chigi, las regiones también deberán dar explicaciones a los ciudadanos.
Italia decidió del mismo modo anunciar el pasado sábado que abrirá sus fronteras el próximo día 3 de junio con todos los países de la zona Schengen. La fecha, mucho antes de lo imaginado cuando los datos no daban ni un solo respiro, es la misma que determinará el inicio de los desplazamientos entre regiones. El Gobierno la adelantó para intentar salvar la temporada turística, que representa un 13% del PIB. Por el mismo motivo, y a diferencia de lo que plantea España hasta la fecha, se suprimió la obligación de realizar una cuarentena de 14 días al llegar de otro país.
El Gobierno es consciente de que medidas como esa cuarentena pueden desincentivar el turismo, pero considera que de momento no afecta porque los viajes de ocio estarán prohibidos al menos hasta julio. Para entonces lo más probable es que la cuarentena a extranjeros y españoles procedentes del exterior decaiga. "Se trata de adaptar el régimen de frontera a la realidad del país, de añadir una capa adicional de seguridad sanitaria. Sería muy difícil explicar a los ciudadanos que no pueden cambiar de provincia y que, en cambio, quienes vengan de fuera pueden aterrizar en cualquier territorio", argumentan fuentes de Exteriores.
En el ánimo del Ejecutivo pesan enormemente los casos de rebrotes observados en otros países, como se desliza —sin dar nombres— en el documento aprobado en el Consejo de Ministros. "La experiencia comparada demuestra que algunos países que han aplicado medidas de desescalada con anterioridad están detectando repuntes de contagios", señala el documento. Con una perspectiva económica, las fuentes consultadas añaden que la diferencia entre abrir sus puertas en junio, como están haciendo algunos socios europeos, o retrasarlo a julio no resultará tan acentuada a medio plazo.
Más allá de las fronteras, en España también resulta más estricta la definición de las fases. Frente a ese esquema, con variaciones entre provincias en función del progreso epidemiológico, Francia otorga a los territorios la etiqueta de zona verde o zona roja en función de su situación sanitaria. El Ejecutivo contempla poder reajustar las condiciones a las que cada una está sometida. El criterio es la circulación del virus en cada departamento administrativo, la capacidad de camas en la UCI y los resultados de los tests virológicos. El ritmo de la desescalada, que es reversible si los datos empeoran, es independiente del estado de urgencia sanitaria —el equivalente al estado de alarma—, vigente hasta el 10 de junio.
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