Merkel alienta a Pekín a ser transparente pero elude una actitud de confrontación
No solo Donald Trump señala a China en la crisis global por el coronavirus. Sin la
estridencia ni las incoherencias del presidente de Estados Unidos, con
un tono más cauto y diplomático, varios líderes europeos han cuestionado
en los últimos días la versión china sobre el origen, la gestión y las
cifras. Y han replicado a lo que consideran una ofensiva propagandística
destinada a eludir responsabilidades. Los Gobiernos de Francia y el
Reino Unido encabezan este giro en la actitud hacia la superpotencia
asiática.
"Esperamos que China nos respete, como ella desea ser respetada",
declaró el lunes el ministro francés de Exteriores, Jean-Yves Le Drian. "Ya nada puede volver a ser como antes" mientras China no aclare de
forma total todo lo relacionado con el virus, señaló la semana pasada su
homólogo en Londres, Dominic Raab, al frente de Downing Street mientras Boris Johnson se recupera de la enfermedad.
La pandemia ha exacerbado las rivalidades geopolíticas. Y ha abierto una
oportunidad para ampliar las áreas de influencia. Entre Estados Unidos y
China, los europeos habían mantenido hasta hace poco un perfil
discreto. Una excepción fue Josep Borrell, alto representante para la Política Exterior de la Unión Europea,
quien el 24 de marzo alertó sobre lo que llamó "la política de la
generosidad" como arma de influencia geopolítica en "la batalla global
de los relatos".
Las imágenes de aviones chinos
transportando material médico a Europa mientras los socios de la UE
cerraban las fronteras entre ellos marcaron las primeras semanas de la
crisis. No importa que Europa hubiera ayudado a China en enero después
de que el virus se detectase por primera vez en ese país. El relato de
la pujante potencia autoritaria rescatando a las decadentes democracias
era tentador, en un momento en el que algunos países occidentales veían
cómo la pandemia se les escapaba de las manos.
El tono ha cambiado. Los europeos no emplean la retórica de Trump, que
habla del "virus chino" o da pábulo a las teorías sobre una posible fuga
accidental del patógeno en un laboratorio y amenaza con consecuencias.
Pero el fondo del mensaje no es tan distinto.
"La respuesta de Borrell sobre la batalla de los relatos ya era una
respuesta bastante fuerte al esfuerzo diplomático chino por vender el
modelo de China ante la crisis de la covid-19", explica Mathieu Duchâtel,
responsable de Asia en el laboratorio de ideas Institut Montaigne. "Ahora hay una cierta gradación. Se plantea la cuestión de la
transparencia de la información de China, tanto respecto del origen del
virus como respecto de la gestión de la crisis en diciembre y enero, y a
la comunicación internacional sobre la gravedad de la situación en
Wuhan y la provincia de Hubei", añade Duchâtel.
La tensión, en el caso francés, llegó a su punto más fuerte el 14 de
marzo, cuando Le Drian convocó en el Quai d’Orsay, sede del Ministerio
de Exteriores, al embajador chino en París, Lu Shaye, después de que la
web de la Embajada de China publicase varios artículos anónimos que
acusaban de mala gestión a los Gobiernos occidentales y atacaban a sus
medios de comunicación. Le Drian ha denunciado las "calumnias" de la
embajada. Una de las acusaciones formuladas por los representantes del
país asiático, después rectificada, decía que "el personal encargado de
los cuidados en las Ehpads [siglas francesas de las residencias de
ancianos] abandonó sus puestos de la noche a la mañana, desertó
colectivamente, dejando morir a sus residentes de hambre y enfermedad".
En China han muerto 4.632 personas por el coronavirus. En Francia,
20.265. En el Reino Unido, 16.509, según los últimos recuentos. El
contraste en las cifras alimenta las dudas.
"Manifiestamente hay cosas que han ocurrido y que no conocemos", dijo la semana pasada el presidente francés, Emmanuel Macron, al diario Financial Times. "Creo que es absolutamente necesario llevar a cabo una revisión en
profundidad de todo lo ocurrido, incluido el origen del estallido de la
pandemia", concurrió Raab. "Deberemos plantear las preguntas más duras,
sobre todo, las que se refieren a cómo surgió toda esta crisis y si no
se podría haber frenado antes", añadió.
Tanto Francia como el Reino Unido mantenían una posición cooperativa con
China antes de la pandemia. Al llegar a Downing Street el pasado
verano, Boris Johnson se
enfrentó al dilema de proteger los intereses del Reino Unido ante el
futuro incierto del Brexit o seguir la senda de conflicto con Pekín
señalada por su socio y aliado, Trump. Quiso nadar y guardar la ropa, y
siguió adelante con la decisión de permitir la participación de la firma
china Huawei en el desarrollo nacional de las nuevas redes de
comunicación 5G, a pesar de las advertencias de Washington y de muchos halcones del ala dura del Partido Conservador.
De momento, el Gobierno británico ha mantenido un tono diplomático y ha
querido ensalzar la cooperación entre ambos países a la hora de
intercambiar material sanitario o de organizar el regreso de los
ciudadanos británicos que permanecían en China, pero se ha sumado a la
larga lista de voces internacionales que anuncian la necesidad de
replantear el papel de Pekín en el mundo. También París busca este
equilibrio entre cooperación y competición —y entre Washington y Pekín—,
pero la covid-19 inclina la balanza hacia la rivalidad.
"Pekín juega a la fragmentación de la UE", ha dicho Le Drian en una entrevista en Le Monde.
El jefe de la diplomacia francesa sostiene que "la pandemia es la
continuación, por otros medios, de la lucha entre las potencias" y "también la sistematización de las relaciones de poder que se veían
antes, con la exacerbación de la rivalidad chinoamericana". "China se
siente en condiciones de decir un día ‘yo soy la potencia y el
liderazgo", constata. Y añade: "Nosotros deseamos que Estados Unidos
cumpla con sus responsabilidades y mantenga una relación de confianza
con sus aliados".
En otras palabras: la equidistancia entre Washington y Pekín nunca ha
existido, y ahora menos que nunca. "Hay una convergencia transatlántica
bastante fuerte en la manera en cómo se percibe la China de Xi Jinping
[el presidente chino]. Hay una convergencia de análisis", resume
Duchâtel. "Los tonos y las culturas políticas son diferentes, pero hay
una base común y reacciones que a veces son similares".
martes, 21 de abril de 2020
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El Reino Unido y Francia encabezan un endurecimiento del tono europeo hacia China
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