El Gobierno reparte en un día 1,5 millones de mascarillas y batas, así como 700 respiradores
Todos los colectivos que están trabajando en primera línea contra el coronavirus no cesan de suplicar equipos de protección para eludir al Covid-19.
Especialmente los profesionales sanitarios, de los que casi 4.000 se
han contagiado hasta el momento. También las trabajadoras de las
residencias de mayores, de las que al menos el 25% tiene casos
positivos, las fuerzas de seguridad del Estado, los farmacéuticos...
Pero el material no termina de llegar, al menos, para cubrir toda la
demanda mientras se aproxima la "gran ola" (en palabras del presidente
Pedro Sánchez) que se espera a finales de esta semana. En medio, algunas
comunidades que intentan hacer acopio de material, como Madrid, Valencia o Catalunya,
mientras se cruzan algunas denuncias (Madrid, sobre todo) contra el
Gobierno de Sánchez de falta de previsión y de bloquear los pedidos.
La realidad, sin embargo, es más compleja y tiene que ver más con lo que
está ocurriendo en un mercado internacional. Por un lado, cuando en China explosionó el virus se
quedó con todo el material que se fabricaba en su territorio, que es
como decir que se quedó con todo. Poco después, y en previsión de lo que
pudiera venir, una buena parte de los países europeos empezó a realizar
pedidos a una China que tras aprovisionarse empezó a producir para el
resto.
En el caso de España, el problema es, según explican fuentes empresariales, que las dos grandes distribuidoras de
estos equipos en los hospitales, ubicadas en Francia y Alemania,
dejaron de vender. No por motu propio, sino por orden de sus gobiernos.
A primeros de marzo, con el virus azotando Italia y comenzando en
España su expansión, Francia y Alemania decidieron requisar todos los
productos y la producción de los mismos para evitar quedarse sin ellos
cuando el Covid-19 llegará a sus territorios. Italia, abandonada, alzó
la voz contra una decisión contraria al espíritu de la UE. En la
reunión de los ministros de Sanidad de la UE, hubo reproches a la
actitud de los gobiernos galo y alemán, que se mantuvieron en sus trece
(aunque algo más flexibles). La Comisión Europea intenta frenar el
sálvese quien pueda que se abre paso en muchas capitales, pero topa con
un obstáculo: no tiene competencias para ello. La presidenta, Ursula von
der Leyen, consiguió corregir el bloqueo de productos médicos.
Esto ha obligado a abrir el mercado a otras empresas y distribuidoras
que están haciendo su agosto con el Covid-19. Multiplicando los precios
de una manera desorbitada e imponiendo unas condiciones hasta ahora
nunca vistas: pago por adelantado sin garantizar el plazo de entrega de
la mercancía, según indican fuentes de la
Administración. Y, por supuesto, un mercado negro, del que los gobiernos
intentan huir como pueden. Ante esta situación y las dificultades de
las comunidades en adquirir estos materiales, el Gobierno decidió el 10
de marzo centralizar la compra de bienes sanitarios, o lo que es lo
mismo: unificar los encargos para acceder a grandes cantidades más
rápido y a mejor precio.
martes, 24 de marzo de 2020
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La especulación en el mercado bloquea la llegada de material sanitario a España
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